Zagreb, 9 de noviembre de 2019
Ovo je zemlja za sve naše ljude
Ovo je kuća za nas
Ovo je kuća za svu našu decu
Pogledaj me, o pogledaj me
Očima deteta»
Esta tierra es para nosotros
Esta tierra es para toda nuestra gente
Esta es una casa para nosotros
Esta es una casa para todos nuestros niños.
Mírame, oh mírame
Con ojos de niño”
EKV
Las biografías de aquellos que vivieron la I y la II guerra mundial siempre me han producido un profundo magnetismo. Leídas desde la Europa contemporánea me parecen novelas irreales, personajes que superan creaciones literarias, aventureros sin elección que muchas veces perdieron la vida a manos del hierro, del fuego, del fanatismo. Las de aquellos que fueron perseguidos, torturados y hacinados en campos de concentración por defender sus ideas y aun así salieron adelante, son del todo fascinantes.
Andrija Štampar nació en Drenovac en 1888. Esta pequeña villa croata por entonces no contaba con más de 140 habitantes. Desde esos días, Drenovac ha navegado en los tiempos de la historia por muchos mares: los del Imperio Austrohúngaro, el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (el embrión de la primera Yugoslavia), la dominación fascista de los Nazis –Ustachas, la Yugoslavia Popular y hoy en día la República de Croacia. Tres dramáticas guerras en menos de 100 años marcan su carácter, como el de la gran mayoría de la región.
Štmapar dicen que heredó la curiosidad por el mundo, la inquietud y la lucha por la defensa de las libertades de su padre, un profesor de ideas liberales que siempre tenía la maleta lista para huir debido a sus convicciones políticas. Desde muy joven su pasión fue la medicina, pero debido a su voracidad por entender el mundo que le rodeaba, se enroló en uno de los campos más novedosos en aquella época, la epidemiología, la salud comunitaria, la salud preventiva y la salud internacional.
En 1911 se graduó en medicina, y a partir de ahí, hasta el fin de sus días, su motor fue expandir los principios de la salud pública por todo el mundo. Aunque nos suene extraño, uno de sus principales campos de acción fue la erradicación de la malaria en Croacia y sus países vecinos. Utilizaba técnicas de sensibilización ciudadana pioneras, como mostrar películas en las comunidades para transmitir el mensaje a la población. Todavía hoy en día, en Marruecos, existe una estatua en su honor por su contribución a acabar con la malaria en el sur de Europa y el norte de África.
Sobrevivió a la I guerra mundial, creó la Escuela de Salud Pública y el Instituto de Higiene de Zagreb, huyó de nuevo con la llegada del fascismo, y viajó por toda Europa, Estados Unidos y China para estudiar los métodos más efectivos de promoción de la salud materna e infantil. Los fascistas lo encarcelaron desde 1941 hasta 1945, fue liberado por el ejército Soviético, y una vez más, en cuanto pudo regreso a su pasión, la salud pública. Finalmente, puso al servicio del mundo todo su conocimiento y sus convicciones políticas y fue uno de los impulsores y creadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Fue nombrado el primer presidente de la OMS por votación unánime. Murió en 1958 en Zagreb, a la edad de 69 años, con una vida llena de intensas experiencias, compromiso político, siendo ciudadano del mundo, creando una organización global, que pese a que hoy en día tiene mucho que criticar, ha mejorado la humanidad de forma incuestionable. El modelo de salud al que contribuyó en su país, la Yugoslavia de Tito, se encontraba entre los más avanzados del planeta y pese a que en aquella época ni siquiera se acuñaba el término cobertura universal, lo cierto es que todos sus ciudadanos tenían acceso gratuito y de calidad a los cuidados médicos y la prevención era la bandera de todas las políticas sanitarias.
Gradec – Barrio Antiguo de Zagreb
La Europa que dejó Andrija no se parece mucho a la de hoy en día. Aterrizando el viernes por la tarde en aquel Zagreb de ambiente otoñal, embellecido, señorial en algunos barrios y socialista real en otros, pensaba que el bueno de Andrija quizás no se imaginaba que su país iba a sufrir otra guerra fraternal, que la organización que contribuyó a crear, la OMS, iba a caer en manos de capitalistas filántropos y empresas privadas, o que el mayor esfuerzo por lograr la convivencia y la expansión del estado de bienestar en el viejo continente, la Unión Europea, iba a estar liderado por una horda de burócratas al servicio de las grandes compañías y bancos.
Reconozco que me cuesta criticar Europa. No por ningún tipo de sentimiento patriótico, más bien por la idea de cómo me voy a quejar habiendo visto lo que he visto. A veces es como si me sintiera Mozambiqueño, Boliviano o Burkinabé y me quedase embelesado por las luces y logros del viejo continente. Lo cierto es que la mayor parte de la gente del planeta todavía lucha por tener estados de bienestar que se le parezcan. Es más, para la gran mayoría de la gente, los derechos no son algo por lo que luchan en su día a día, no se piensa en estos términos, luchan tan solo (que no es poco) por sobrevivir. Pero en estos tres días en Zagreb, hablando con compañeros y compañeras originarios de 12 países europeos no me quedó duda de que, si no se invierte la tendencia, añoraremos esta época en la que disfrutamos de los frutos de la lucha de aquellos que se dejaron la piel por nuestra libertad y derechos.
Andrija no se imaginaba que la OMS iba a caer en manos de capitalistas filántropos y empresas privadas
Nuestro encuentro comenzó el mismo viernes, a las nueve de la noche, bajo una lluvia que parecía de plató de rodaje cinematográfico, intensa, constante, bella, hasta diría acogedora. Nos dirigimos al Café Beertija en cuya primera planta se encuentra la antigua sala de reunión del antiguo Comité Partisano Croata. Imaginé a gente como Andrija Štampar en esta sala, en tiempos más oscuros que los que nos ha tocado vivir. Este iba a ser el punto de encuentro de todas y todos los miembros del People’s Health Movement (PHM) Europe. Allá me abracé con algunas caras ya conocidas y pude conocer a nuevas integrantes. La heterogeneidad del grupo siempre me fascinó, miembros de todas las edades y orígenes, luchadores y luchadoras con un denominador común: frenar los pies a aquellos que quieren comercializar con nuestra salud.
A lo largo de los tres días se han sucedido las presentaciones, las experiencias, los éxitos y las decepciones. Sofia Tzitzikoy nos explicó cómo en Grecia, pese al olvido mediático al que nos castigan los medios, siguen peleando para que el sistema de salud, ya de por sí dañado tras años de políticas de austeridad, de atención a los miles de refugiados. Jan Schriefer relató la tremenda transformación del sistema de salud holandés, antaño modelo para todo el mundo y cómo hoy en día todo ciudadano en los países bajos está obligado a pagar un seguro médico privado. Vittorio Agnoletto nos puso al día de las increíbles diferencias en la regionalización italiana, y como algunas de ellas han sido llevadas incluso a los tribunales por un nivel de privatización de los servicios de salud tal, que no garantizan la atención a todos los ciudadanos y ciudadanas que promulga la Constitución Italiana. Todas las historias eran ejemplos de retrocesos en las coberturas de servicios, en la calidad de los mismos. Todas eran hijas de las mismas políticas de recortes, austeridad y mercantilización impulsadas por el capitalismo de la Comisión Europea.
Ante esta realidad, y por necesidad imperante, nace el People’s Health Movement. Nos hemos erigido como observadores de las políticas de la OMS, mantenemos un pie en el parlamento europeo siempre al azote de las políticas de mercantilización. En cada país, se suma o integra a movimientos sociales de defensa de la salud. Las luchas son infinitas, desde lo más local (comités de barrio por la democratización de la salud) a las más estratégicas a nivel del continente. Escuchando a cada uno de ellos y ellas sentí la energía de saberme acompañado en este camino que me ha llevado por mil y un rincones del planeta.
People’s Health Movement Europa
No sólo el fondo es importante, las formas también lo son. La liturgia de los encuentros del PHM siempre me ha emocionado, especialmente considerando el tremendo nivel de cada uno de los miembros (investigadores, conocimiento de 4 o 5 lenguas, experiencia, etc.) sabiendo que podrían forrarse trabajando en multinacionales o agencias de naciones unidas. No hay pagos ni prestaciones por las presentaciones y el conocimiento compartido. Las traducciones simultáneas las realizan algunos de sus participantes, con una actitud, paciencia y dedicación envidiable, con una calidad que en el mercado se traduciría en miles de euros.
A veces se hace mediante aplicaciones digitales que permiten escucharlas en los teléfonos móviles, otras veces, tan solo se trata de sentarse al lado de la persona que la necesita y susurrarle al oído las palabras que relatan las lidias, las resistencias, los sueños por conseguir que dejen de una vez por todas de meter la mano en nuestra salud. Los artículos se comparten, los recursos mediáticos, los vídeos, los links, las campañas de incidencia. No se le pone precio a nada, pues queremos que el conocimiento sea libre, como libres seremos si no nos alejan de él. En los encuentros del PHM se ríe y se celebran las conquistas y se llora y se recuerda a los que ya no están presentes, pero que ayudaron a globalizar la lucha por los derechos, como fue el caso de David Sanders (1945-2019) o Amit Sengupta (1958-2018).
Todas las historias eran ejemplos de retrocesos en las coberturas de servicios, hijas de las mismas políticas de recortes, austeridad y mercantilización impulsadas por el capitalismo de la Comisión Europea.
Chiara traduce del inglés al francés para Vladimir – PHM Europe
Caminando por Ulica Kneza Branimira, ya pasada la media noche y sintiendo cómo el frío entraba en mis pulmones, pensé que si Andrjia viviera, estaría aquí con nosotros y nosotras, en estas jornadas, del lado de aquellos y aquellas que no quieren dejar la salud y en definitiva la vida en manos del negocio. Sentí que no hay nada que nos haga más libres que estar sanos, que no hay nada que nos haga más humanos que sentir de nuevo el miedo a que nos quiten lo que hemos conseguido y reaccionar ante ello.
Nuestro próximo encuentro del PHM se celebra en Barcelona. Mi ciudad, mestiza, mediterránea, abierta y canalla, integradora y luchadora. Como dijo Amit Sengupta, espero que de nuevo en esos días haya magia en el aire, la magia de la fuerza del pueblo.
Iván Zahínos
Coordinador de Relaciones Internacionales
medicusmundi mediterrània
Aunque no como partícipes de ningún proyecto, programa o equipo … nos encantaría acompañarte en el próximo encuentro. ¿Cuándo será?
Abrazo hombre,
En octubre está previsto celebrar una International People’s University https://iphu.org/ en Barcelona.