Bajo este lema se celebra hoy día 25 de Abril el Día Mundial del Paludismo o Malaria. Medicusmundi sostiene que la celebración de un día mundial contra la Malaria no tendría sentido sino lo vemos como una ocasión para poner de relieve la necesidad de inversiones continuas (públicas y privadas) y de un compromiso político duradero para la prevención y el control del paludismo.
De las enfermedades olvidadas, la malaria es quizás el caso más sangrante ya que tiene un tratamiento sencillo y barato: apenas dos días de medicación, si se diagnostica a tiempo y que cuesta menos de ocho euros. Y con un método de prevención muy eficaz como son las mosquiteras impregnadas que tiene un coste de unos 6€ la unidad. En África, por ejemplo, más de 700 millones de mosquiteras tratadas con insecticida ya han ayudado a reducir drásticamente las tasas de la malaria, especialmente entre los niños y las mujeres embarazadas.
Malaria y pobreza están íntimamente conectadas, siendo esta enfermedad prácticamente insuperable para los países más empobrecidos del mundo, que muestran un círculo vicioso de pobreza extrema y mala salud. Por ello, controlar la malaria no solo sirve para mejorar la salud humana: potencia además el bienestar social y el desarrollo económico. Sin embargo, con la excusa de la crisis económica, la Ayuda Oficial al Desarrollo ha tenido un recorte del 70% en los últimos cuatro años, actuación ilógica, temeraria, y que no es proporcional al recorte en otras partidas presupuestarias (La Salud en la cooperación. Informe 2013).Como siempre, el África subsahariana ha sido la gran damnificada, viendo cómo las ayudas del Estado español a sus países se han reducido de los 1.080 millones de euros que se destinaban en 2008 a unos 220, es decir, un 80% menos.
En este escenario de recortes, la financiación mundial para el control de la malaria se ha estancado y a pesar de que se han aportado más de la mitad de los fondos necesarios para lograr que el número de muertes de malaria se reduzca casi por completo antes del plazo de 2015 para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, existe aún un déficit anual de cerca de 3.000 millones de dólares. Un déficit que está provocando que, por ejemplo, lleguen menos mosquiteras a los hogares africanos o que se esté recortando la inversión en investigaciones para lograr encontrar una vacuna eficaz y desarrollar nuevas soluciones y estrategias para combatir la malaria. En este sentido la Dra. Odile Leroy, directora ejecutiva de la EVI (Iniciativa Europea de Vacunas) sostiene que “…el desarrollo de las vacunas de próxima generación contra la malaria es de extrema importancia para maximizar el impacto de otras herramientas ya en uso diseñadas para salvar vidas. A fin de continuar el progreso alcanzado hasta hoy, se deben mantener o aumentar los niveles de financiación”.
Pese a todo cabe decir que desde el año 2000, la tasa de mortalidad por malaria entre niños y niñas pequeños ha disminuido a la mitad y más de 3,3 millones de vidas se han salvado, reduciéndose las tasas de mortalidad en un 42% en todo el mundo y un 49% en África. Esto supone una reducción de la incidencia del paludismo en un 25% en todo el mundo y un 31% en África, según sostiene el Informe mundial sobre el paludismo 2013.
A pesar de estos avances, la malaria continúa teniendo un enorme impacto en la salud de los seres humanos. Se registraron 207 millones de casos de malaria en 2012 y 627.000 muertes, en su mayoría menores de 5 años del África subsahariana, aunque estas cifras pueden ser mayores si se tiene en cuenta la escasez de medios para diagnosticar y registrar los casos. Lamentablemente, hay aún demasiados casos que siguen sin someterse a análisis, no son registrados ni reciben tratamiento alguno.
Reseñar que, si bien la malaria afecta sobre todo a los más pobres del mundo, son muchas las zonas del planeta que pueden sentirse amenazadas por ella, incluidos países donde la amenaza había sido erradicada, como es el caso de España donde la patología era endémica hasta 1967, principalmente en zonas húmedas, como pueden ser el Delta del Ebro o las marismas del Guadalquivir. Así por ejemplo en Aragón, en los últimos diez años se han registrado 309 casos de malaria, todos importados, excepto el ocurrido en 2010 en Sariñena (Huesca), y si el clima sigue cambiando, podrían ser muchos más.
Por todo ello, medicusmundi reitera su llamamiento a que se mantengan la inversión, el compromiso y la voluntad política de mejorar la prevención y el control de la malaria, a crear conciencia acerca de esta epidemia como un problema de salud global con graves repercusiones sobre el desarrollo de los países del Sur, e impulsar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en relación a la salud. Reivindica, además, que sea priorizada la malaria dentro de los esfuerzos de cooperación internacional al desarrollo, promoviendo el acceso universal a medidas efectivas, poniendo fin al sufrimiento innecesario que causa una enfermedad que se puede prevenir y tratar.
La cooperación internacional no es sólo un lujo de épocas de bonanza, sino un imperativo moral para unas relaciones internacionales sanas y responsables. Y para seguir paliando el sufrimiento que provoca la malaria es necesario que la comunidad internacional facilite la financiación necesaria para proteger a todos los grupos en riesgo y apoye la investigación y la innovación que conduzcan al desarrollo de nuevas herramientas de prevención, detección y tratamiento … aunque no todo vale, por lo que exigimos a los Gobiernos una estrategia eficaz, que fortaleza el sistema de salud en su conjunto, teniendo siempre en cuenta la cultura y tradiciones locales.
medicusmundi