La Declaración Universal de Derechos Humanos define el derecho a la salud, en el párrafo 1, del artículo 25, como: «Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.»
Esta visión amplia de la salud va mucho más allá de la simple ausencia de enfermedad e implica toda una serie de determinantes sociales de la salud. La manera en qué vivimos, trabajamos, nos relacionamos, los roles que nos son otorgados por cuestión de género, etc. tienen mucho más peso en nuestra salud que el código genético heredado y provocan las desigualdades sociales en salud. Se trata de las diferencias sistemáticas en salud que hay entre grupos de población, y que son evitables e injustas. Las causas de estas desigualdades se encuentran en las estructuras sociales y en el impacto que las instituciones políticas, económicas y legales tienen en los diferentes grupos sociales.
Todo esto es lo que analizamos en el blog «La peor epidemia» en el diario de investigación Crític. Y hoy 7 de abril, Día Mundial de la Salud, queremos presentaros el último artículo que hemos publicado analizando un determinante esencial: el sistema de salud.
Tener o no acceso a un sistema de sanitario de calidad, determina de manera clave, poder disfrutar o no de una buena salud, individual y colectiva. Y 400 millones de personas en el mundo hoy en día no tienen acceso. ¿Pero por qué? ¿Y cómo tiene que ser el sistema de salud ideal? ¿Existe? Esto es lo que nos planteamos en este nuevo artículo escrito por Gabriel Boichat, con el apoyo de Carlos Mediano, en el que analizamos a fondo, y con gráficos comparativos, el modelo sanitario de cuatro países muy diferentes: España, Estados Unidos, Argentina y Mozambique.
Puedes leer el artículo completo AQUÍ (en catalán).