En las sociedades occidentales hay una creciente obsesión por la salud, instigada por un proceso de medicalización ampliamente promovido de forma más o menos directa por la poderosa industria farmacéutica. Y una de las principales consecuencias de este culto por «estar sano» es que, según la ONU, la industria farmacéutica es uno de los negocios más lucrativos que existen, ya que es la tercera actividad que más beneficios obtiene a nivel mundial por detrás del comercio de armas y del narcotráfico. El problema añadido es que este negocio se hace a costa de la salud de muchas personas que consumen más medicamentos de los que su cuerpo necesita, con consecuencias que pueden llegar a ser letales. Y es que según la Agencia Europa de los Medicamentos, cada año mueren en Europa 197.000 personas por los efectos adversos de las medicinas.
Y si en una parte de planeta tenemos exceso de medicación, en la otra la situación es bien diferente, con 2.000 millones de personas, principalmente en países empobrecidos, pero también cada vez más en las sociedades desarrolladas, que no tienen acceso a los medicamentos esenciales de calidad que necesitan.
En el nuevo artículo que publicamos hoy en el blog «La Peor Epidemia» en Sentit Crític, analizamos esta compleja situación alrededor del acceso a los medicamentos.
Escrito por la periodista Laia Altarriba, con el asesoramiento de Joan Benach de Greds-Emcomet, y el equipo de la campaña «Salud, derechos, acción», una iniciativa de Farmacéuticos Mundi, Quepo y medicusmundi Catalunya
Lee el artículo entero AQUÍ (artículo en catalán).