Hoy 22 de marzo se celebra un año más el Día Mundial del Agua, desde que en 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) lo declaró como tal en su conferencia por el medio ambiente y el desarrollo celebrada en Río de Janeiro. Este año, la ONU lo dedica a «el agua y el empleo» destacando que aparte de ser un elemento esencial de la vida, también es vital para la creación de puestos de trabajo y contribuir al desarrollo económico, social y humano.
El agua es vida. Esta frase la hemos escuchado y repetido infinidad de veces, y nadie la pone en duda. Disponer de agua potable y servicios de saneamiento es imprescindible para disfrutar de una vida digna y buena salud. Pero desgraciadamente un año más tenemos que denunciar que el acceso al agua potable no es, a día de hoy, un derecho garantizado para todas las personas del planeta, no sólo en los países empobrecidos, sino también entre las personas y col colectivos más desfavorecidos en los países ricos o desarrollados, debido a los procesos de privatización de este recurso que es de todos y todas.
Se estima que 663 millones de personas no tienen acceso a agua potable, es decir una de cada nueve personas en el mundo, y que 2.400 millones no disponen de un saneamiento adecuado.
Esto se traduce en que cada año mueren millones de personas, principalmente niños, debido al agua insalubre. Por ejemplo, las muertes por diarrea, una de las principales causas de muerte en niños y niñas menores de 5 años, mata a 750 millones cada año, muertes evitables. El 50% de los casos de malnutrición materno-infantil están relacionadas con problemas hídricos. Dotar de puntos de agua cercanos a los pueblos posibilita que millones de niñas puedan ir a la escuela, en lugar de dedicar la jornada a ir a recoger agua a largas distancias del hogar.
Y podríamos seguir con una larga lista de ejemplos, como demuestra el documental «Water first» (El agua primero) que vimos y debatimos con su directora Amy Hart en la Muestra «Salud, derechos, acción» de 2012. Una muestra de la que ya estamos preparando la 10ª edición que se celebrará en abril y mayo en Barcelona, y que quiere llevar a debate los diferentes determinantes sociales que afectan a nuestra salud y, por supuesto, el acceso al agua potable es uno de ellos.
Este día mundial debe servir para reivindicar este derecho básico y denunciar el acaparamiento y privatización que está impidiendo gestionar de manera justa, equitativa y sostenible el acceso al agua de toda la población. Hay que seguir luchando para que la gestión del agua (y la de muchos otros recursos y servicios) siga siendo, o vuelva a ser, un servicio público al servicio de las personas.