El director de relaciones internacionales de medicusmundi mediterránea se encuentra en una misión de servicio en los Balcanes que le llevará desde Macedonia del Norte hasta Bosnia. Cine documental para despertar consciencias, derecho a la salud, lucha contra la violencia de género: todos estos elementos se conjugan y cobran vida en una región ya de por sí poliédrica. Estas son algunas de las reflexiones y vivencias que surgen en una misión de este tipo.
CUADERNOS BALCÁNICOS I
Cuando no eres un ejemplo de nada, eres ya un ejemplo de algo.
Así son los Balcanes. Una eclosión constante de energía, creatividad y lucha, desde su historia milenaria hasta el día a día más costumbrista. Una de aquellas regiones que te enseña cómo no hacer las cosas, y a la misma vez, sin apenas darse cuenta, te transmite grandes lecciones de vida.
Aquí saben lo que es vivir en conflicto como casi ninguna otra región del planeta. Pareciera que la mezcla y la multiculturalidad en el mismo corazón de Europa tuviera que pagar ese precio. Cada cierto tiempo el enfrentamiento, la lucha entre pueblos hermanos, el choque entre culturas que llevan conviviendo siglos.
Tetovo es una pequeña ciudad al oeste de Skopje, la capital de la recién nombrada Macedonia del Norte. Paseando por sus calles siento que es una pequeña Sarajevo. En cada esquina hay una muestra evidente de la diversidad de su gente: mezquitas, iglesias ortodoxas, carteles en alfabeto cirílico, latino, en lengua macedonia, albanesa, población de Rumania, y una infinita riqueza cultural, lingüística y de etnias que todavía perviven y conviven conjuntamente.
Pero no es oro todo lo que reluce, y aquí también han alimentado el conflicto entre sus gentes. Desde el 2000 al 2002 se vivió la guerra en estas tierras. Posteriormente, enfrentamientos, apartheid entre población de origen albanés y de origen eslavo, choques con población romaní y otros pueblos migrantes. Se escenificó la inaudita e incansable cualidad humanidad de hacer de la diferencia un arma arrojadiza, de enaltecer lo que nos separa, de vernos diferentes. Políticos ávidos de poder levantaron banderas, retorcieron la historia, abrazaron los regionalismos para buscar respaldo. El vecino siempre tenía la culpa de todo.
Y aquí, en medio de esa propaganda asfixiante que se empeña en ocupar cualquier espacio público, nació LOJA, el Centro para la Cooperación de los Balcanes, un verdadero oasis de libertad de expresión, de interculturalidad, de resolución de conflictos. En un avispero que estaba más cerca de convertirse en otra Bosnia que de salir airoso como un nuevo país, LOJA ha hecho del mestizaje una virtud, y con esa fórmula, en una tierra en la que nadie está libre de los cruces de la historia, es evidente que iba a tener éxito, aunque el camino sea lento. Se ha erigido como un polo de intercambios, un espacio en el que la expresión de la diferencia es sinónimo de belleza, de personalidad, de creatividad, de libertad. Sus trabajadores y trabajadoras, las personas voluntarias y colaboradoras abrazan la internacionalidad y la multiculturalidad como una necesidad sin la que no pueden entender esta región y el mundo.
Y en su afán de continuar alimentando esta idea, hace ya más de ocho años, lanzaron el Festival Internacional de cine Watch Out. Por aquí han pasado producciones kosovares, suecas, rumanas, estadounidenses, españolas, serbias, etc. para hacer valer el arte y la cultura como idioma fraternal. Ha sido este año 2019 en el que han premiado nuestro documental “La Fiebre del Oro” como la mejor película del festival.
Con Bujar Duma, Director de LOJA y organizador del Festival de Cine Wath Out de Tetovo, recibiendo el premio a la mejor película 2019.
En la sede del museo del antiguo Partido Comunista de la Ex Yugoslavia, un anfiteatro al aire libre, rodeado de parras, laureles, invadido de gatos que disfrutaban de la bajada de la temperatura al atardecer, vi proyectar las imágenes de las minas del norte de Mozambique, la lucha por la supervivencia de miles de mineros, el impacto que conlleva esta actividad en el medio ambiente y en la salud. Vi proyectar un documental que yo mismo había ideado, pensado y rodado con el gran amigo y director Raúl de la Fuente, de Kanaki Films, hace ya dos veranos, durante dos semanas de trabajo durísimo en la sabana mozambiqueña. Para eso lo hicimos, para llegar con nuestro mensaje a cualquier lugar del planeta. Ayer fui consciente una vez más de lo que quiere decir la palabra humanidad, o mejor debería escribirla como HUMANIDAD, y lo que nos une como especie. En la cara de los amigos y amigas de Tetovo, se apreciaba aquella expresión que viene a decir “de qué nos quejamos, por qué hemos estado luchando… lo que realmente importa son otras cosas”.
Anfiteatro frente a la Sede del Partido Comunista de Macedonia.
Esta es la globalización en la que creo. Es la creada por las personas que idean espacios de encuentro, que te miran a los ojos cuando les hablas de otras regiones del planeta, que quieren saber, que ven en las diferencias lo que nos hace iguales, que ven en la fragilidad que tenemos como especie, nuestra más valiosa fuerza. Así me he sentido en Tetovo, fundido entre almas gemelas que hemos tenido la suerte de nacer en rincones alejados del planeta y que hemos tenido además la mejor fortuna de conocer otros rincones aún más lejanos.
Creo que con nuestros documentales, no solo luchamos por un derecho humano. En realidad, buscamos aliados y aliadas, hermanos y hermanas que no entienden de fronteras, como no entiende de fronteras la salud, personas que quizás un día lucharon por unas fronteras y se llenaron de vacío y sin sentido, descubriendo que estas no son parte del ADN de la HUMANIDAD.
Ivan Zahinos Ruiz
Coordinador de Relaciones Internacionales
medicusmundi mediterrània
Brindo por las diferencias que nos enriquecen y que le dan sentido a nuestras vidas, vistas desde el amor ❤, y no como “armas arrojazidas“ para lograr el poder.
Gracias por compartir tus palabras