Los movimientos feministas, como el de Mozambique, son el motor de la transformación
«»Ninguna mujer está exenta de ser víctima de la violencia de género. Todas estamos expuestas, tengamos estudios o no, tengamos trabajo o no, tengamos dinero o no», eso es lo que explica el documental WOMAN, en palabras de Violeta Bila, coordinadora del proyecto sobre género de Medicus Mundi en Maputo, Mozambique. Esta es la realidad en cualquier punto del planeta. En una sociedad machista cualquier mujer puede ser discriminada, violentada, acosada o muerta por el hecho de ser mujer.
La violencia contra las mujeres es una lacra extendida que atraviesa todo tipo de realidades. En Mozambique, como en muchos otros lugares del mundo, es desde el movimiento feminista y las entidades civiles desde donde se impulsa una transformación que debe tener incidencia, no sólo en la sociedad, sino en las instituciones, en la política, en los sistemas de salud, los sistemas educativos, los medios de comunicación, etc.
La información y la formación, un aspecto clave
Tener estudios no inmuniza contra la violencia. Sin embargo, Violeta Bila reivindica que la formación y la concienciación, puede que no salven a la mujer de la agresión, pero sí permiten que se defienda, que denuncie, que alce la voz y reivindique lo suyo: sus derechos . «Las mujeres que estudian también son víctimas de violencia, pero conocer tus derechos te habilita para reivindicarlos. Las mujeres intelectualmente autónomas pueden perseguir la justicia, denunciar la vulneración que han sufrido y exigir una reparación» explica.
En Maputo cada vez se visualizan más cambios en este sentido. La sensibilización hacia la violencia de género ha crecido y las jóvenes están más concienciadas y empoderadas. Sin embargo, existe un sesgo demasiado grande entre aquellas jóvenes que tienen acceso a la educación y las que no, un sesgo que tiene mucho que ver con la ruralidad y la urbanidad de la provincia.
Esta dualidad en la sociedad no sólo afecta el acceso a la formación y a la información, sino que también tiene impacto en el acceso a servicios que Violeta Bila considera esenciales para luchar contra la violencia de género. Hablamos, por ejemplo, de equipamientos para asistir las mujeres y sus criaturas que han sido violentadas. En las zonas rurales es más difícil acceder a un centro donde la atención sea integral y cuando una mujer pide ayuda la hacen ir de un lado al otro, explica.
Crear más centros de atención integral y promover programas de acogida más largos es una de las necesidades que la responsable de Medicus Mundi Mediterrània señala como uno de los retos a alcanzar en Maputo. La experiencia les dice que el tiempo de acogida o protección que dan las instituciones de salud o la policía es demasiado corto, y a menudo estas mujeres se ven obligadas a volver a un entorno que no es seguro para ellas ni para su familia. Los centros de atención integrales sí son capaces de dar una cobertura amplia a las necesidades de las mujeres, pero actualmente hay pocos centros para atender a todas las mujeres que lo precisan. Las mujeres se recuperan en mejores condiciones si no deben deambular para obtener asesoramiento jurídico, económico, de salud, etc.
Los retos de futuro
En general, Violeta Bila está satisfecha con los cambios que se van produciendo en Maputo en torno a la violencia de género, pero también señala muchos deberes pendientes.
En 2012 se pusieron en marcha los primeros centros de atención integral que protegen a las mujeres desde todos los prismas. Todavía hay pocos equipamientos de estas características y la presión de la sociedad civil y de las ONG ha sido, y es, clave para la implementación de estos.
Violeta también destaca la evolución institucional de los últimos años. El creciente interés y preocupación por la violencia de género ha puesto sobre la mesa la necesidad de impulsar políticas públicas para detenerla. Pero las organizaciones reclaman que este tema ocupe una agenda política propia que incluya un plan de trabajo específico y medidas concretas para implementar. Mientras esto no suceda, las entidades de la sociedad civil y las ONG como Medicus Mundi continuarán trabajando y haciendo el ruido que sea necesario para seguir llevando cambios a la sociedad.
«Las mujeres comienzan a tener más tendencia a denunciar» explica, y esto en parte es gracias a la labor que se hace desde las entidades en el ámbito comunitario. Los medios de comunicación cada vez hablan más de los casos de violencia y asesinato contra las mujeres y la opinión pública también ha situado el debate en el centro de atención. Esto permite que muchas mujeres se empoderen y sean conscientes de que no merecen la violencia que sufren. «Es muy importante que asuman también que tienen derecho a tomar decisiones, que tienen derecho a ocupar espacios de poder y participar de su entorno» cuenta Violeta.
WOMAN, un documental empoderador
Queda mucho trabajo por hacer, como mejorar el acceso a la educación y la formación, fomentar la creación de más centros de atención integrales, erradicar la práctica de los matrimonios prematuros, etc. Pero poco a poco la sociedad va cambiando, y también lo hacen las leyes y las instituciones. El trabajo realizado durante años empieza a dar sus frutos.
WOMAN es un documental que habla de mujeres y de violencia y que recoge esta revolución incipiente para hacerle frente. Explica, entre otras, la experiencia de Josina Machel, hija del ex presidente Samora Michel, re victimizada durante el proceso judicial, por haber denunciado públicamente que había sufrido violencia de género.
«La violencia no entiende de fronteras, no tiene color, ni clase social. No importa si el nivel social es alto, medio o bajo, o medio-alto o medio-bajo. Todas las mujeres son susceptibles de sufrir violencia» sentencia Graça Julio, de la organización mozambiqueña Fórum Mulher, una de las personas que también interviene en este documental.
Alba Arnau
La Pera. Comunicació Cooperativa