medicusmundi trabaja en Mozambique desde el año 1994. En estos momentos, un equipo de cinco miembros de la organización se encuentra en misión exploratoria en la provincia de Sofala. El objetivo es identificar una acción en el ámbito de la salud que pueda contribuir al período de reconstrucción post-emergencia en respuesta a los daños que ha provocado el ciclón IDAI.
Estas son algunas de las reflexiones y vivencias que surgen en una misión de este tipo.
CUADERNOS DE BEIRA II
Búzi es un distrito de Sofala situado al sur de la capital, Beira, al que nos desplazamos ayer para evaluar el estado de dos unidades sanitarias afectadas por el Ciclón IDAI.
Tardamos seis horas en alcanzar Búzi. Habíamos podido ver el impacto del ciclón en la ciudad, pero este viaje nos permitió apreciarlo en la zona rural. Los campos de caña de azúcar parecían peinados por la fuerza del viento y el agua, los postes del tendido eléctrico aparecían partidos, cables en medio de la carretera, árboles con amasijos de desechos enredados en sus copas nos daban una idea de la increíble altura de la crecida del agua… Muchas casas de construcción tradicional no aguantaron el envite del IDAI. La fuerza de la naturaleza fue devastadora, todavía visible en estos campos y sabanas, y eso que nosotros hemos llegado a la zona dos meses después del ciclón.
El Dr. Pio es el responsable del Departamento de Planificación y Cooperación de la Dirección Provincial de Salud (DPS) de Sofala. Viajamos con él y otro compañero de la DPS, José, que nació en el distrito al que nos dirigimos. “En este distrito, por ser uno de los más aislados, hubo gente que pasó más de tres días en las copas de los árboles. No podían bajar. Algunos se quedaron ya sin fuerza y cayeron”, nos explica el Dr. Pio, que habla un español perfecto. Nos cuenta que se formó en Cuba, en la Isla de la Juventud, como tantos otros jóvenes de Mozambique, Angola, y otros países “amigos” de la revolución. Durante el viaje me digo a mi mismo lo interesante que sería medir cuánto las políticas de cooperación cubana han contribuido a desarrollar los sistemas de salud de países como Mozambique. Pero esa es otra historia, y dudo que hoy en día algún donante quiera financiar un estudio como este. Este no sería uno de esos estudios de “follow the money” o “payment for performance” a los que los economistas de la salud nos tienen acostumbrados…
Joana gestiona el centro de salud de Bura ella sola. Nos cuenta que no tienen agua potable. Que han abierto un pozo y recogen agua barrosa del manto freático. Que cada vez que se baña, tiene sarpullidos por los parásitos.
En la imagen de la izquierda, los restos de la casa de espera para mujeres embarazadas del Centro de Salud de Bura – Búzi
Visitamos dos unidades sanitarias con techos afectados, sistemas de agua y electricidad inoperativos y equipos deteriorados. En uno de ellos, en Inharongue, trabaja solamente Marta, enfermera de Salud Materno Infantil. En el segundo, Bura, Joana también gestionaba el centro ella sola. Joana nos cuenta que no tienen agua potable. Que han abierto un pozo y recogen agua barrosa del manto freático. Que cada vez que se baña, tiene sarpullidos por los parásitos. Los dos centros cubren una población de más 20.000 personas. Tras unos minutos allá, Joana y Marta adquieren estatus de héroes para mí. Les preguntaría “¿qué os impulsa a trabajar aquí?”
El IDAI ha hecho daño. Pero constatamos algo que ya sabíamos: la emergencia en Mozambique es crónica. Por supuesto que el ciclón ha empeorado la situación, pero el precario estado de los centros de salud, la escasez de trabajadores, etc. viene de lejos.
En la imagen de la derecha: Puesto de Salud de Inharongue, Distrito de Búzi.
El IDAI ha hecho daño. Pero nos queda en el cuerpo la constatación de algo que ya sabíamos: la emergencia en Mozambique es crónica. Por supuesto que el ciclón ha empeorado la situación, pero el precario estado de los centros de salud, la escasez de trabajadores, etc. viene de lejos. Vasco (técnico de proyectos de MMmed) y yo, que llevamos ya más de catorce años trabajando en este país, nos decimos que hemos visto unidades sanitarias mucho peores en lugares en los que no ha habido desastres naturales. La precaria salud de la población de Mozambique no es un desastre natural, es la consecuencia de mil y un factores, entre otros la baja inversión en el sector social.
¿Quiere decir eso que no tiene sentido trabajar en la post-emergencia? Todo lo contrario. Según estiman las autoridades sanitarias, unas 75.000 mujeres de la provincia han interrumpido su seguimiento en control pre y post-natal por la inoperatividad del sistema de salud en estos dos meses. Se estima, por lo tanto, que se dé un aumento de la mortalidad materna e infantil en los próximos meses y años. Las compañeras de la organización de la sociedad civil mozambiqueña Muleide, con las que nos hemos reunido hoy, nos cuentan cómo han registrado un aumento del 50% de casos de violencia de género desde que ocurrió el IDAI. No cabe duda que este es el momento de mejorar la prestación de servicios de los centros de salud, de mejorar su coordinación con la comunidad, de preparar al sistema para futuros desastres.
Joana nos pide al despedirnos que regresemos con el proyecto en las manos. Nos promete que nos mandará unos datos del centro de salud, pero que se tiene que subir a una colina lejana para tener algo de cobertura. Regresamos de Búzi a las ocho de la tarde con la sensación de estar frente a una misión inabarcable. El cansancio no ayuda a ser optimista. Adriana, la voluntaria que nos acompaña en este viaje, me hace preguntas sobre nuestra capacidad de incidir en cambiar la realidad. Me pienso y repienso la respuesta: “vamos a intentar marcar la diferencia en la vida de algunas personas. Si la salud fuera prioridad política y se transformara en recursos, sin duda nuestro trabajo tendría mucho más impacto”.
Ivan Zahinos Ruiz
Coordinador de Relaciones Internacionales
medicusmundi mediterrània