El director de relaciones internacionales de medicusmundi mediterránea se encuentra en una misión de servicio en los Balcanes que le llevará desde Macedonia del Norte hasta Bosnia. Cine documental para despertar consciencias, derecho a la salud, lucha contra la violencia de género: todos estos elementos se conjugan y cobran vida en una región ya de por sí poliédrica. Estas son algunas de las reflexiones y vivencias que surgen en una misión de este tipo.
Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, 12 de junio de 2019.
CUADERNOS BALCÁNICOS II
Todo es una transición, un puente —escribía Ivo Andrić—. Y toda nuestra esperanza está al otro lado.
“Aquí no tenemos estrellas, no existen los paparazzis, a nadie le importa lo que hagan fuera del escenario…ellos sólo cantan. Creo que por eso aman Sarajevo, son uno más, viven como siempre han vivido, bajan a la Kafana a tomar algo, pasean por Ferhadija cuando cae el sol…Todos sabemos quiénes son, pero no los tratamos de forma diferente, y ellos a nosotros tampoco. Son del pueblo, son el pueblo.”
Así nos explicaba Jasmin Adilović, amigo y hermano desde hace ya más de dos décadas, el genial encuentro que habíamos tenido con Božo Vrećo. A apenas quinientos metros del tristemente famoso mercado de Markale, en el que en el año 1994 sesenta y ocho habitantes de la ciudad murieron presas de los bombardeos serbios, las miradas de Božo y la mía se cruzaron durante unos largos cinco segundos. Sarajevo nos regaló este encuentro después de que me pusiera en contacto con su manager para proponerle trabajar juntos en una campaña de prevención de la violencia de género en la ciudad. “This is destiny, Ivan” me dijo sonriendo Božo.
Božo Vrećo e Ivan Zahinos en Sarajevo.
De la pantalla a la vida real siempre hay un cambio importante. Božo es mucho más alto de lo que aparenta en el escenario. Su estética es poderosa. Ayer eran rastas, códigos de barras tatuados por doquier y bella caligrafía árabe, tupida barba, gafas de sol. Otro día pueden ser faldas, pelo lacio suelto, siempre barba, pecho al descubierto.
En una sociedad en la que el macho balcánico es educado desde que nace, Božo Vrećo ha roto todos los esquemas. Y lo ha hecho además llegando y usando el arma más letal y a la vez frágil que tienen en Bosnia: el corazón. ¿Y cómo se llega al corazón en Bosnia? Cantando.
Si las calles de Sarajevo son un crisol vivo de la historia de Europa, el Sedvah es la fusión de siglos de arte, poesía, música y pasión, mucha pasión. Melodías otomanas, influencia sefardí, austrohúngara, fonemas eslavos…alma balcánica. Božo Vrećo, llegó de Foća para abrazar el Sedvah, para hacer pedazos los conceptos pre-establecidos que situaban a este arte en el seno de la tradición, alejado ya de la juventud que se arrima más al Hip Hop y al reggaetón. Y con una actitud valiente, propia de los que defendieron esta ciudad durante casi cuatro años de cerco, ha revolucionado la sociedad Bosnia cantando Sevdah desde su alma y espíritu libre.
Entiendo que muchos se preguntarán porqué escribir sobre él, sobre las sevdahlinkas en un blog de una organización dedicada a la salud pública. Después de más de veinte años trabajando en la llamada cooperación al desarrollo, siento que hemos fallado al construir un lenguaje técnico, elitista y, a veces, quizás hasta algo snob que nos aleja de la población: “contribuir a la integralidad del abordaje de género en materia de derechos de las mujeres….”; “implementar acciones de incidencia y sensibilización ciudadana en pro de la igualdad y la defensa de los colectivos LGTBI”; o la que más amo “reforzar la capacidad de la sociedad civil para la implementación de estrategias de desarrollo endógeno y lucha por los derechos de los movimientos feministas y….”. Cuántos informes, evaluaciones y diagnósticos tendremos que desterrar a los cajones y archivos de las organizaciones para aprender a hablar como “habla el pueblo”…
Para mí, Božo simboliza la esencia de la naturalidad, de la comunicación a través del arte. Božo dice que nació hombre y mujer al mismo tiempo, y así lo demuestra: sencillo. Con su arte, con su actitud, con su “él y ella”, logra llegar a millones de personas y hacerles vibrar, y de lo que estoy convencido, hacerles cuestionarse el rol del macho balcánico y de la mujer sumisa. Y lo logra y logrará a la velocidad de la luz, mientras las organizaciones andaremos inventando términos y discutiendo si son lo suficientemente integradores para ser parte de nuestra jerga.
Los Balcanes están repletos de puentes. Algunos son de piedra y han simbolizado el paso del oriente al occidente, los límites entre el cristianismo y el islam, la frontera entre imperios. Se habla de muchas diferencias aquí, se ha escrito mucho sobre la incapacidad de sus gentes de convivir. Pero desde un mirador de Bistrik, observando la “ciudad inocente” cuando cae el sol y el Mujezin llama a la oración, soy consciente que en esta tierra siempre están y estarán los puentes, por mucho que a veces las guerras los quieran hacer desaparecer. Son verdaderas puertas abiertas al entendimiento y el abrazo.
El puente sobre el Río Drina – Višegrad.
Me digo que es hora de que tendamos los puentes entre la salud pública y la cultura, entre el derecho a la salud y la música, entre la vida y el arte. ¿Acaso no es eso lo que pretendemos cuando hacemos salud pública? Llegar con nuestro mensaje a cuanta más gente mejor. Božo ha abierto un camino en Sarajevo y en los Balcanes en pro del respeto hacia las diferencias, de la lucha por la igualdad y la no violencia. Aun así, cuando hablo con Jasmina, la sabia directora de nuestra contraparte en Sarajevo, la Fondacija Lokalne Demokratije, sobre la idea de preguntarle a Božo si le gustaría colaborar con nosotros, me dice que alberga alguna duda, pues su propuesta es tan evolucionada que llega a cuestionarse si la sociedad estaría preparada para entender nuestra campaña. Todo se verá…nuestra esperanza siempre está al otro lado del puente.
Sarajevo al atardecer.
Aquí, con la altura que regala esta ciudad, empapado de siglos, me esfuerzo en retener en mi retina toda esta belleza ¿Alguna vez han sentido el abrazo de una metrópoli? Como si fuera un organismo vivo, vertebrado en avenidas, ríos, colinas, murallas y bibliotecas reconstruidas, una ciudad que muestra sus heridas con orgullo, como deberíamos hacer todos los que hemos sufrido. Aquí siento que, en mi mente, se han borrado viejas barreras entre la ciencia y el arte, prejuicios estúpidos y estériles. “Insha-Allah” los Balcanes nos hayan presentado a un@ nuev@ alid@ en nuestra lucha por la salud y la no violencia.
Ivan Zahinos Ruiz
Coordinador de Relaciones Internacionales
medicusmundi mediterrània
Brindo por las diferencias que nos enriquecen y que le dan sentido a nuestras vidas, vistas desde el amor ❤, y no como “armas arrojazidas“ para lograr el poder.
Gracias por compartir tus palabras