Cada vez escuchamos más a menudo el concepto de escuelas de activismo. Como medicusmundi participamos en ellas y también las impulsamos, por ejemplo en Mozambique. Aunque el concepto pueda resultar extraño, estamos convencidos de que es un elemento clave para alcanzar objetivos de forma colectiva.
De la mano de Iván Zahínos hemos querido reflexionar en torno a algunos aspectos, empezando por el mismo término «escuela» o el de “activista».
¿Qué define a un activista? ¿Cómo te conviertes en uno? ¿Cuáles son los aspectos claves para que el activismo acabe teniendo incidencia política real?
Empecemos por el principio, ¿qué es una escuela de activismo?
Aunque se ha popularizado este nombre, el concepto «escuela» no sería muy correcto, ya que te lleva a pensar en términos académicos, en educación formal. Nadie sale de aquí con un título de activista.
En realidad, de lo que estamos hablando es de espacios en los que gente con intereses comunes se puede encontrar y compartir información respecto a los temas a tratar. Son espacios donde profundizar en el conocimiento, donde adquirir herramientas útiles para impulsar cambios, y donde establecer redes y alianzas para promover estrategias comunes.
Concretemos un poco más: en el ámbito de la salud, ¿de qué se habla?
En nuestro ámbito, por ejemplo, las personas que participan pueden venir para entender el contexto que rodea todo lo que se refiere a la salud, sobre todo sobre tendencias y modelos de gestión de la salud. En medicusmundi tenemos muy claro que el modelo que perseguimos es un modelo de sanidad pública y universal que sea de calidad. Además, defendemos un modelo que no sea estrictamente hospitalario y clínico sino un sistema basado en la atención primaria y los determinantes sociales de la salud.
Estos espacios nos sirven para profundizar en las relaciones con entidades, instituciones o personas que persiguen lo mismo que nosotros, conocer con mayor profundidad los contextos de diferentes países y definir de forma conjunta los grandes objetivos de transformación.
Pero, como decíamos, esto no es un espacio académico, aunque aprendemos un montón de cosas. Es un espacio de inspiración que invita a la gente a moverse.
A moverse, a ser activista, ¿se aprende?
La inquietud personal es un aspecto básico. No te conviertes en activista por voluntad sino por convencimiento. Esta inquietud puede venir de muchas maneras, tal vez has sufrido una vulneración de derechos en tu propia piel y te movilizas, o quizás tienes conocimiento de una injusticia cometida hacia otras personas y también te remueve. Estas situaciones nos hacen cuestionarnos si lo que tenemos es un sistema justo, si realmente tenemos derecho a la salud: ¿se debe poner precio a la vida? ¿Y a la salud?
Ser activista es una actitud vital, pero sí podemos aprender o adquirir herramientas para materializar nuestra inquietud y tener incidencia. Saber qué están haciendo otras personas, qué estrategias han funcionado o no, conocer diferentes perspectivas es muy enriquecedor para dirigir los esfuerzos hacia acciones concretas.
¿Cuáles serían las claves para que el activismo tenga incidencia y sea efectivo?
No hay una receta mágica, pero sí podemos señalar algunos aspectos importantes.
En primer lugar, que sea pertinente: si surge una iniciativa es porque hay una necesidad. Si esta necesidad no existe, o el entorno no es consciente de este vacío, difícilmente podremos sacar adelante ninguna acción efectiva. Es necesario que la gente se esté cuestionando el problema, que haya inquietud local.
En segundo lugar, tener muy claro que no podemos actuar solas. Ni a escala individual ni a nivel de organización; hay que tejer redes y establecer alianzas: el problema al que nos enfrentamos es tan global y la resistencia al cambio tan poderosa que es necesario que los movimientos que defendemos el derecho a la salud vayamos todos a una.
En tercer lugar, hay que decir que es importante conocer el contexto para poder definir estrategias adecuadas para poder tener una incidencia política y conseguir transformar el sistema, aunque sea a pasos muy pequeños.
Y, por último, pensamos que es importante que te lo dejen hacer. A veces las instituciones ponen barreras para impedir estos movimientos y hay que tenerlo en cuenta.
¿Qué tipo de barreras? ¿Qué es lo que más frena estos movimientos?
Bueno, lo cierto es que, curiosamente, a veces a la gente y a los movimientos en general les frena más la autocensura que las instituciones. A menudo hay una idea que no materializamos porque pensamos que no funcionará, o que no provocará el cambio que queremos, o que, sencillamente, nos irá en contra. Pero hay que superar esta barrera. Nosotros hemos llegado a hacer locuras que han dado muy buenos resultados.
¿Qué tipo de locuras?
Pues, por ejemplo, hacer un documental criticando el Ministerio con el que trabajamos y a los donantes que financian nuestros proyectos, y convocarlos para presentárselo y, además, pedirles que sean ellos mismos los que le den difusión. Fue una acción que abrió muchas conciencias y que generó un debate muy interesante que sacudió mucho a la organización y conseguimos precisamente lo que queríamos: que vinieran, que escucharan y que debatieran sobre lo que habían visto.
Pongamos un ejemplo de escuela de activismo:
Sí, claro. Tenemos la International People’s Health University, la escuela de activismo del People’s Health Movement, del que medicusmundi también forma parte. La idea de promover una escuela de activismo de en Mozambique, precisamente surge de esta experiencia.
En los encuentros del PHM se reúnen decenas de personas para adquirir conocimientos, poner en común las situaciones de cada país y se diseñan campañas conjuntas con voluntad transformadora. Esto permite avanzar a nivel local. Por ejemplo, un grupo centroamericano ha conseguido que, en El Salvador, el ministerio de Salud evalúe el sistema de salud desde la perspectiva del usuario. Esto, hasta hace poco, era impensable.
¿Más ejemplos de éxito del activismo?
Hay muchísimos. La mayoría de conquistas sociales y de derechos se han conseguido gracias al activismo. Por poner un ejemplo que nos toca de cerca, hay una red de organizaciones feministas que trabajan por los derechos de la mujer en Bosnia y Herzegovina, especialmente para las que han sufrido violencia. Ellas han impulsado centros de atención para estas mujeres y se han convertido en proveedoras de servicios, ya que los gobiernos del país no han hecho ninguna inversión en este sentido y ni lo contemplan como servicio público. Lo que ellas han hecho es impulsar un sistema paralelo que no deja de ser privado, aunque no sea lucrativo, pero el objetivo final es que el Estado asuma esta responsabilidad y, de momento, lo que han logrado con su gran labor de incidencia a través de campañas y posicionamientos muy claros es que la administración asuma parcialmente el presupuesto de financiación de estos servicios. Es un gran paso.
Cuéntanos un poco más el proyecto de Mozambique, por favor
Hace veintidós cinco años que trabajamos en Mozambique y formamos parte de varias redes de organizaciones vinculadas a la salud. Estas redes nos sirven para saber qué hacemos unos y otros y para coordinar aspectos que nos afectan a todas las entidades, como los visados para expatriados o los impuestos que debemos pagar. Pero no es un espacio donde compartimos un mismo objetivo final. Las entidades que trabajan allí velan para ayudar a las personas, pero sus acciones no están orientadas a reforzar el sistema o mejorarlo; muchas de ellas no tienen la transformación del sistema como horizonte, como objetivo.
Para nosotros es importante trabajar junto al Ministerio para desarrollar un sistema sanitario fuerte, público y de calidad, que se gestione desde el mismo país. Pensamos que la salud debe depender de la administración mozambiqueña, no de la cooperación internacional.
¿Y de este vacío nace el proyecto de escuela de activismo?
Sí. Con el tiempo hemos incorporado a personas con un perfil más politizado a nuestro equipo y poco a poco hemos ido haciendo diagnósticos con otras organizaciones locales y planteamos la necesidad de crear un espacio de coordinación con un objetivo común: que la salud sea un derecho universal y que el estado asuma la responsabilidad de proveer y dar el servicio. Así nace la Alianza por la Salud, que actualmente está formada por nueve entidades, pero que cada vez suma más adhesiones. Es un espacio de intercambio y de formación mutua: cada entidad ofrece su conocimiento y comparte la experiencia para enriquecer el resto. Es en el marco de esta Alianza que organizamos la Escuela de Activismo en Moçambic.
¿Qué aprendizajes extrae Medicus Mundi de estos espacios? ¿Se puede replicar el modelo de escuela de activismo en cualquier entorno?
Sí. El aprendizaje más claro que extraemos es que la lucha es común, por lo tanto, estos espacios son reproducibles y necesarios en todas partes. En el último encuentro del People’s Health Movement en Zagreb se puso sobre la mesa un hecho que es evidente: existe una tendencia mundial hacia la privatización de los servicios sanitarios, en todo el mundo se hace negocio con la salud con mayor o menor intensidad. Es un negocio redondo, porque todos daríamos todo lo que tenemos para curarnos o para curar un ser querido.
¿Cómo se puede frenar esta tendencia?
Pues es otro aprendizaje que extraemos de estos espacios: dando una respuesta global y coordinada. La gente se moviliza rápidamente cuando el sistema sufre un golpe muy fuerte, pero tenemos una memoria muy corta y este disgusto no se ve reflejado, por ejemplo, en los resultados de las siguientes elecciones. Sería interesante que la sociedad ejerciera un monitoreo constante sobre qué se hace en salud. Del mismo modo, en otros derechos básicos como la educación o la justicia. Hay temas que afectan a las personas con los que no se puede hacer negocio. Nuestro gran problema es que olvidamos muy rápido, y los políticos lo saben.
Alba Arnau
La Pera. Comunicació Cooperativa
Esta actividad se ha realizado con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) con cargo al convenio 18-CO1-1096 «Mejorar la salud de la población incidiendo en sus Determinantes Sociales, con especial foco en la nutrición, mediante el fortalecimiento de la Atención Primaria como la mejor estrategia para asegurar el derecho a la salud y la colaboración de sociedad civil, instituciones de investigación y el SNS». El contenido de esta noticia es responsabilidad exclusiva de medicusmundi y no refleja necesariamente la opinión de la AECID.