Sistematizar la atención primaria y establecer vínculos de confianza con las familias es clave para conocer y abordar los determinantes sociales que afectan a la salud.
Riberalta es la capital amazónica boliviana. Rodeada de una espesa selva, es una zona rural donde viven más de 92.000 personas, dedicadas principalmente a la explotación agroforestal y a la producción de unas almendras conocidas como nueces de Brasil. Las condiciones de vida, vinculadas a la precariedad laboral, en general son bastante complicadas y afectan de forma directa y evidente a la salud de las personas.
«Sabemos que, en términos generales, unas diarreas infantiles se curan con unos días de dieta y una medicación adecuada. Pero, ¿qué ocurre cuando el problema no es el niño, sino su entorno? Por mucho que mediquemos a este niño, si, por ejemplo, bebe agua del pozo de su casa, que está contaminada con aguas subterráneas, ningún suero acabará con el problema digestivo del niño». Esta reflexión la vuelca María Angélica Toro Rojas, coordinadora de proyectos de Medicus Mundi en Riberalta, mientras explica el proceso de carpetización del municipio. Un proceso que desde fuera puede parecer un censo municipal muy ambicioso, pero que, lejos del objetivo censal, lo que busca esta estrategia es asentar una base de confianza entre el sistema de salud y la población. Un sistema de salud que es inclusivo porque no basa su eficacia en la curación, sino en la prevención y en la promoción de hábitos saludables.
¿Y cómo se lleva a cabo una empresa como ésta?
Conocen el vecindario. En palabras de María Angélica parece muy sencillo, pero lo cierto es que implementar el sistema de carpetas familiares es un proyecto que, a pesar de que ya está sobre el terreno, tardará aún varios años en desplegarse y obtener todos los resultados esperados.
El personal sanitario dedica una parte de la jornada a visitar casa por casa a sus pacientes y así trazar una historia clínica vinculada a su entorno, a su familia y sobre todo a los condicionantes socioeconómicos que afectan a la salud. Es importante saber cómo son los suministros de los domicilios, cuáles son las dinámicas de relación entre las familias, y cuáles son las condiciones laborales para entender la salud de las personas.
«Pero claro, las familias, no te cuentan de pronto cuáles son sus condiciones de vida, ni explican al primero que pasa situaciones de alta complejidad, como pueden ser los malos tratos o la drogodependencia» señala María Angélica. Es a base de preparar la visita, hacerla y observar, que estos encuentros entre personal sanitario y comunidad van estableciendo los lazos y vínculos que son la base de la confianza. La carpetización no es un trabajo de censo, por lo que el objetivo final no es acumular datos, sino incidir de forma directa en los cambios dentro de las familias y al entorno comunitario.
Síntomas y contexto no pueden desligarse
«Un profesional nos explicaba hace pocas semanas que se daba cuenta que ahora no hacía los diagnósticos sobre los pacientes y sus síntomas, sino que tenía una visión mucho más rica de su entorno y podía hacer diagnosis y propuestas mucho más acertadas» comenta María Angélica. Este es una de las ventajas de este programa de salud llamado SAFC (Salud Familiar Comunitaria Intercultural). Esta política que se lleva a cabo en Bolivia plantea una atención primaria con una mirada global y comunitaria que persigue obtener un conocimiento mucho más profundo del paciente y su entorno. Esto no sólo permite afinar diagnósticos, sino que permite impulsar políticas municipales basadas en el conocimiento sobre el terreno.
La estrategia de las carpetas familiares es una política nacional impulsada por el gobierno y el trabajo de Medicus Mundi va en paralelo a su despliegue. Es una política que se sostendrá en el tiempo y tendrá un gran impacto más allá del ámbito sanitario, ya que, como municipio, permitirá a la red de salud trabajar de acuerdo con la realidad, no con proyecciones o datos ficticios, como hasta ahora.
«Ahora mismo no sabemos cuántas personas tienen cuarto de baño en nuestro municipio, o cuántas tienen pozos de agua, pero esta política lo que plantea es una intersectorialidad vinculada a determinantes sociales que afectan a la salud» explica María Angélica.
El derecho a la atención de calidad
Las carpetas familiares recogen información médica y también social, y esta es la base para transformar un sistema sanitario hasta ahora deficitario, entre otras cosas, por falta de información. Tener derecho a la salud no sólo implica poder ser visitado por un profesional sanitario, sino que esta atención pueda ser integral y contemple todos los ángulos de la vida de la persona. En primer término, para poder aplicar medidas preventivas y promocionar hábitos que eviten enfermar y, en segundo lugar, para comprender la sintomatología en toda la globalidad del contexto, y no sólo bajo el criterio biomédico.
Alba Arnau
La Pera. Comunicació Cooperativa