¿Qué pasa cuando la brecha de acceso a los servicios sanitarios se ensancha por un hecho cultural? ¿Pueden las creencias de una persona apartarla del derecho a la salud?
En tierras amazónicas, la conexión con la tierra y la naturaleza es muy fuerte: la Pachamama y la espiritualidad cultural tienen mucha presencia en el día a día de todas las personas. Por ello, es habitual que la primera referencia que la población busca cuando tiene una molestia sea la que se basa en la medicina herbolaria o en la espiritualidad.
A menudo, estas prácticas y creencias han topado de frente con la medicina académica, que ha menospreciado estos conocimientos o los ha considerado poco rigurosos por tener una base acientífica.
Pero cuando una persona tiene una enfermedad y su conocimiento la vincula a un hecho espiritual, se siente rechazada cuando un profesional sanitario académico la desacredita y le recomienda un procedimiento terapéutico alejado de la tradición. La consecuencia de este hecho es que la persona no vuelve a consultar este profesional, apartándola así del sistema sanitario.
Como coser la brecha
María Angélica Toro Rojas, coordinadora de proyectos de Medicus Mundi, explica como en Bolivia se ha iniciado un camino de encuentro entre las dos medicinas, la tradicional y la académica. El objetivo, que ya está obteniendo buenos resultados, es reducir esta brecha de acceso por razones culturales. En Riberalta, el lugar donde Medicus Mundi desarrolla sus proyectos, la prevalencia de las dos medicinas es de 40-60 aproximadamente, teniendo más presencia la tradicional. Pero en otras zonas, como el Altiplano, la medicina tradicional tiene mucho más peso que la académica. En algunos lugares, incluso, existen hospitales donde sólo se atiende a personas indígenas.
Desarrollar un sistema donde las dos medicinas tengan presencia ha sido la clave para ampliar la tasa de personas que acuden al sistema sanitario público boliviano para curar sus enfermedades. El programa SAFCI (Salud Familiar Comunitaria Intercultural) entiende las dos medicinas de forma complementaria y a través de un proceso de formación y sensibilización ha conseguido que todos los profesionales de la salud asuman esta dualidad y sean capaces de poder traspasarse los casos si es necesario. La política sanitaria promueve la referencia y contra referencia o, lo que es lo mismo, la visita y el retorno entre los profesionales de las dos medicinas. El fuerte componente espiritual de la población tiene efectos directos sobre su salud y es importante tenerlo en cuenta y respetarlo para favorecer la curación en procesos de enfermedad.
Reconocer y respetar
«Hay molestias, como el mal de ojo, que un médico académico no podrá solucionar, porque el enfermo lo vincula al hecho de haber visto un muerto, por ejemplo, y esta creencia es fuerte y profunda. Aunque el médico piense que la enfermedad se debe a una malnutrición, si no contempla la creencia de la persona, ésta no se curará. En este caso, lo que propone el protocolo es trasladar el caso a la medicina tradicional y hacer un diagnóstico y un tratamiento compartido. Reconocer el conocimiento del otro permite abordar las dos realidades de la enfermedad, la física y la espiritual», explica Maria Angélica.
En Bolivia, las personas que se dedican a la medicina tradicional también están acreditadas por el gobierno boliviano y existen también laboratorios que producen medicamentos de herbolario. Los médicos tradicionales trabajan dentro de los consultorios de salud habilitados, a menos que, por razones espirituales, no puedan encontrarse en estos entornos.
Estas medidas han tenido un gran impacto en la salud de los y las bolivianas. Se han reducido los casos de mortalidad materna, así como la infantil. Las enfermedades diarreicas o pulmonares también han disminuido. Estas cifras no responden exclusivamente a la implementación de las dos medicinas como complementarias, pero este hecho sí ha hecho llegar la medicina a un amplio sector de la población que hasta ahora no la utilizaba.
Alba Arnau
La Pera. Comunicació Cooperativa