El Coordinador de Relaciones Internacionales escribe desde Mozambique, primer destino de una misión que le ha de llevar a Ecuador, Bolivia y Bosnia en el seguimiento y ejecución de nuestras intervenciones en salud pública. La reflexión sobre la salud como un derecho y la salud como resultado de las políticas y decisiones nacionales e internacionales centran estos cuadernos comparativos, globales y críticos.
CUADERNOS GLOBALES II – MOZAMBIQUE
Maputo, 13 de agosto de 2019
“Una novela donde no haya un muerto, me parece falta de vida”
G.K.Chesterton
Tengo que confesar que he escrito este cuaderno dos veces. A lo largo de esta semana en la capital de Mozambique he escuchado y leído sobre todo lo que no funciona en este país. Es más, podría decir que he escuchado y leído sobre lo profundamente jodida que está África. En realidad, desde que puse un pie en este continente allá por el 2001, me he cruzado con personas que tienen la extraordinaria capacidad de, en apenas treinta minutos, realizar un diagnóstico de esta tierra, y llegar a conclusiones aplastantes, rotundas y casi siempre muy negativas sobre su futuro. Esta visión no nace de la nada, es fruto de lo que siempre nos han contado los libros de historia y sobre todo, del periodismo negativo y su afán por alimentar esta posición. Siempre parece que tiene que “haber un muerto en las noticias”. El primer borrador de este cuaderno nació inundado bajo ese oscuro tsunami.
El periodismo tiene un papel esencial en el orden mental que domina la sociedad, en las prioridades que damos a nuestros pensamientos, en el brillo o la oscuridad que asignamos a las regiones, a los países, a los pueblos, a sus gentes. El periodismo negativo no es exclusivo de África. No es casual ni arbitrario, es una estrategia global de la gran mayoría de medios y gobiernos que buscan, mediante el bombardeo constante de titulares catastróficos, dejarnos sentados en el sofá, petrificados, asustados, paralizados, obedientes, amaestrados, en definitiva, anulados para que no podamos revolvernos ante el robo descarado de todo aquello que ganamos luchando.
Para la ciudadanía del norte, los que nos llamamos a nosotros mismos “desarrollados”, un titular sobre las catástrofes de África, sus guerras, el hambre, la pobreza o la corrupción es un bálsamo casi narcótico que nos hace decirnos “aquí no estamos tan mal” o “nosotros sí que sabemos vivir”, hundiéndonos todavía más en la inmovilidad y la embriagadora complacencia. Es más, creo que en las redacciones de los periódicos (muchas de ellas bien orientadas por el interés y el capital privado y partidista) nos lanzan esta carnaza intencionadamente, la dosis que nos ha de calmar.
El periodismo tiene un papel esencial en el orden mental que domina la sociedad, en las prioridades que damos a nuestros pensamientos, en el brillo o la oscuridad que asignamos a las regiones, a los países, a los pueblos, a sus gentes.
El periodismo negativo no es exclusivo de África. No es casual ni arbitrario, es una estrategia global de la gran mayoría de medios y gobiernos que buscan, mediante el bombardeo constante de titulares catastróficos, dejarnos sentados en el sofá anulados.
En esas estaba yo ayer. Lo cierto es que es muy sencillo caer en la trampa, regirte por lo que lees en los titulares, dejarte llevar por el cansancio, en lugar de alzar un poco la vista y observar, sentir e intentar entender. Después de más de dos horas escribiendo en una fría tarde en Maputo, hice un alto en el camino y levanté las manos del teclado. Me esforcé en recordar algunas líneas de grandes que escribieron o escriben sobre África desde otro prisma, desde el arrojo y la valentía de ir contra la corriente. Decía Mankell que en África aprendió mucho más sobre la humanidad que en ningún otro lugar del mundo y Kapuscinky contaba que aquí es donde realmente se hizo periodista. El más joven Aldekoa nos cuenta que África no es un continente olvidado, es un continente silenciado, e insiste en que el futuro de la humanidad pasa por esta tierra con la población más joven de todo el planeta.
El combustible empezó a circular por mis venas y pude ver en cada historia, en cada día vivido en este país y en este continente, seres extraordinarios, hechos fenomenales y quimeras descomunales. No tengo muy clara la función de estos cuadernos, en realidad quizás no la tienen, pero sí que concluí que no iban a ser unas líneas más al servicio de la negatividad. Sinceramente, me dije “al carajo si creen que voy a ayudarles a seguir pintando de negro nuestro futuro, por lo menos aquí contaré lo que en los grandes medios es invisible”. Pensé en vosotros y vosotras, los que tenéis todo el derecho del mundo a soñar que en esta generación y las venideras las soluciones llegarán, y muy probablemente, nacerán del ingenio de un/a joven africano/a.
En un sistema de salud a punto del colapso, sin el presupuesto gubernamental que merece, y con una comunidad internacional más preocupada en mostrar los logros de sus batallitas que en la construcción de un modelo sanitario para todas y todos, todavía miles de enfermeros y enfermeras atienden a toda una población con los pocos medios que tienen y dando lo mejor de sí. La cobertura de los partos atendidos por profesionales de la salud ha pasado del 55% en el 2011 al 83% en el 2017. La mortalidad materna e infantil sigue reduciéndose gracias a los trabajadores de la salud, mal pagados y que viven en condiciones extremas. Ellos y ellas son héroes y los quisimos homenajear con el documental “A Luta Continua”. Sobre esto quiero hablar, esto es lo que quiero contar.
En el norte de Mozambique miles de mineros artesanales intentan ganarse la vida buscando gramos de oro en la inmensidad de la sabana africana. No he visto ni conocido vida más dura que esa. Agua y harina es su alimento. Días enteros al sol cavando cuevas inestables. Usan, como en todo el mundo, mercurio para extraer el oro, contribuyendo sin saberlo al 40% de todo el mercurio que existe en la atmósfera. Nosotros quisimos contar esto en el documental “La Fiebre del Oro”. Bien, tras más de tres años trabajando en esa región, hemos logrado por primera vez en la historia de este país introducir métodos alternativos al uso del mercurio, métodos limpios, ecológicos. Ya son más de cinco asociaciones de mineros que van contra corriente y desafían la lógica de las mafias de contrabando de oro y mercurio, y optan por continuar dignificando su vida y cuidar de las tierras que les vieron nacer. Sobre esto quiero hablar, esto es lo que quiero contar.
Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia de género. Mozambique no escapa a la problemática global de esta desigualdad y terror. Es una sociedad patriarcal, todavía dominada por una tradición a veces mal entendida que considera a la mujer una propiedad y una legislación todavía influenciada por años de colonización. En esta selva, un grupo de mujeres luchadoras, artistas, raperas, juristas y escritoras empujan una corriente cultural que, de la mano de movimientos sociales feministas, ha logrado una ley contra la violencia de género y ganar espacios de participación política hasta el momento inimaginables. Nosotros hemos querido darles voz, poner el foco e iluminar este movimiento artístico con el documental “WOMAN” que se estrenará en octubre (próximamente estará disponible el webdoc www.woman.cat). Sobre esto quiero hablar, esto es lo que quiero contar.
El amanecer en Mozambique dura poco. El sol sale disparado y en un pocos minutos ilumina y pega con fuerza. La fría tarde de ayer se ha esfumado y hoy un cielo azul cubre Maputo. Apenas son las siete de la mañana y las calles ya están llenas de vida, buses que rugen, estudiantes uniformados que van a la escuela. Siento que la libertad de escribir se defiende marcando la distancia frente a los que te empujan a narrar lo narrado. Sobre esto quiero hablar, esto es lo que quiero contar.
Ivan Zahinos Ruiz
Coordinador de Relaciones Internacionales
medicusmundi Mediterrània