Así llama Heya Hosein al laboratorio de medicamentos esenciales de la RASD, ubicado en Rabuni, cerca del campamento de refugiados de Tinduf. Una joya por ser, a día de hoy, una de las pocas estructuras que se sostiene pese al paso de los años. “Hemos visto pasar por los campamentos centenares de proyectos humanitarios de entidades que con la mejor de sus intenciones han querido ayudar al pueblo saharaui, pero han sido tan efímeros como sus fuentes de financiación” explica.
La financiación externa es un tema clave para sostener la vida en los campos de refugiados, y el laboratorio no está exento de depender de ella. Mulay Masoud, uno de los técnicos que lleva más años en el laboratorio, confirma que desde la crisis económica del 2008 la producción de medicamentos en el laboratorio se ha visto afectada por la falta de materia prima. La provisión depende de los recursos que el Frente Polisario puede conseguir y de las caravanas que puede organizar desde España, cada vez más esporádicas, para hacer llegar la materia prima a las instalaciones saharauis. “En estos momentos es muy difícil conseguir antibióticos, por ejemplo, porque son materias primas caras y además necesitan unas condiciones de fabricación más estrictas. Ahora mismo el laboratorio solo alcanza a cubrir un 10% de las necesidades de los refugiados en los campamentos” explica. Para alguno de los productos que se fabrican, el porcentaje puede ser mucho más alto, por ejemplo, los colirios para las personas con glaucoma.
Mulay Masoud
El laboratorio, sin embargo, no solo provee de medicamentos, sino también de esperanza. Es un agente de empoderamiento de la población, pues la situación humanitaria que vive el pueblo saharaui es extrema. Cuando un proyecto se convierte en una fuente de autoabastecimiento y de autogestión, impacta de forma positiva en la autoestima colectiva.
Laboratorio de producción de medicamentos
Los campamentos debían ser una solución transitoria, pero al parecer en esas latitudes la temporalidad ha perdido su sentido. La mayoría de población vive en tiendas pese a que, como explica Heya, cuando una situación provisional se perpetúa, acabas buscando la comodidad entre la incertidumbre. “El pueblo saharaui es un pueblo superviviente, lo ha sido históricamente y lo sigue siendo”, insiste, “pero esta falta de perspectiva no deja de minar la esperanza de la gente que no atisba un horizonte con soluciones; esto afecta, tanto de forma individual como de forma colectiva, a la concepción que se tiene de uno mismo”.
Tienda
De esta falta de confianza sabe mucho Mulay, que recuerda ahora, hasta con cierto humor, que la gente del campamento no confiaba en absoluto en los medicamentos que se producían en el laboratorio cuando este arrancó hace algo más de 20 años. La población del campamento no quería saber nada de aquellas pastillas o cremas que fabricaban sus compañeros y preferían confiar en aquello que llegaba de la cooperación internacional. Poco a poco se fueron dando cuenta de la calidad del producto local “y ahora la historia es al revés, vienen en busca de los medicamentos que producimos aquí porque consideran que tienen mejores efectos que los que vienen del exterior, pero no siempre tenemos aquello que necesitan”.
Instalación de sala blanca
Mulay explica que los estándares de calidad del laboratorio son muy exigentes. Se hacen dos analíticas de la materia prima y del producto final, se revisan frecuentemente las fórmulas magistrales y también, de forma periódica, se mandan productos elaborados por ellos a analizar a los laboratorios de la Facultad de Farmacia de Barcelona, que cuenta con una tecnología que allí no tienen. “A este laboratorio, además de la escasez de material, también le falta una actualización de la maquinaria que ahora mismo es semiautomática y nos limita mucho a la hora de hacer grandes producciones” señala.
Producción de paracetamol en el laboratorio
Heya tiene ahora 36 años y reside en el estado español. Ella es técnica de laboratorio y trabajó varios años en el de Rabuni, con un equipo para el que solo tiene buenas palabras. “El laboratorio es una segunda casa, y no solo por las horas que pasas allí, sino porque te hace sentir realizado y útil para tu comunidad, que es algo que en los campamentos no se respira. Los jóvenes allí no tienen perspectivas de futuro, pese a que somos gente con estudios y bien formada. La única opción que tenemos la mayoría es establecernos fuera del campamento”.
Equipo del laboratorio
El laboratorio de medicamentos esenciales se empezó a gestar hace casi 25 años. Nace de la necesidad de producir medicamentos para abastecer las necesidades del hospital de los campamentos y de su población. Medicus Mundi inició este proyecto para poner las bases, creando las instalaciones y abasteciéndolas de lo necesario para empezar a producir. El laboratorio depende de la Farmacia Central y, por lo tanto, del Ministerio de Salud de la RASD.
MMMed apoya al laboratorio para que pueda seguir con su trabajo diario, facilitando materia prima, equipos, mantenimiento de la infraestructura, formación continuada etc. Los recursos se consiguen de financiadores como el Fons Català de Cooperació y otras aportaciones de asociaciones o entidades.
Producción de agua oxigenada
Mulay está muy orgulloso de ser la persona que acompaña a los nuevos integrantes del equipo del laboratorio para conocer el funcionamiento de este. Destaca por encima de todo el compromiso y la profesionalidad de las personas que llegan allí para trabajar. El equipo se ocupa de todo, desde las tareas de producción a las de limpieza. “Para nosotros es de vital importancia que aquí todo funcione bien, este debía ser, como todos, un proyecto transitorio, y ha terminado siendo una instalación estratégica para nuestra supervivencia como pueblo” finaliza.
Alba Arnau
La Pera Comunicació Cooperativa