El Coordinador de Relaciones Internacionales escribe desde Sarajevo, ciudad en la que medicusmundi mediterrània trabaja con la Fundación para la Democracia Local y la asociación de Periodistas de Bosnia y Herzegovina.
Sarajevo, 14 de febrero de 2020
Zdravlja više nemam
Jer su sasvim blizu
Moji zadnji dani
Živeću još danas
A možda i sutra
A onda zanavek
Zbogom moj živote”
No tengo salud
Porque están bastante cerca
Mis últimos días
Viviré hoy
Y tal vez mañana
Y entonces para siempre
Adiós mi vida”
Pluća su mi bolna – Dragiša Nedović
Zdravlja više nemam
Jer su sasvim blizu
Moji zadnji dani
Živeću još danas
A možda i sutra
A onda zanavek
Zbogom moj živote”
Pluća su mi bolna – Dragiša Nedović
No tengo salud
Porque están bastante cerca
Mis últimos días
Viviré hoy
Y tal vez mañana
Y entonces para siempre
Adiós mi vida”
Pluća su mi bolna – Dragiša Nedović
Quién no ha caminado un día triste y gris pensando en todas las cosas que no tienen sentido. Quién no ha sentido, aunque sólo sea un día, que en realidad, nada lo tiene, especialmente la vida, aunque a veces continúe como si ella también tuviera vida propia. Supongo que así andaba Dragiša Nedović, por las calles de Sarajevo, autor y cantante de sevdah allá por los finales de los años 40, cuando él, al igual que cientos de miles de personas, veía como su vida se la llevaba la tuberculosis.
Dragiša hizo lo que mejor sabía hacer, escribir para sacarse esa pena que le carcomía y compuso “Pluća su mi bolna” – “Me duelen los Pulmones”. La canción, apenas unos minutos de notas y letras, fue interpretada en la radio por su gran amigo Zaim Imamović, uno de los más grandes cantantes de sevdah, también enfermo de Tuberculosis. Fue tal el impacto que causó en la población, que fue prohibida en todas las emisoras para no preocupar a los miles de pacientes que escuchaban las ondas desde el hospital.
Muchos años después, el nieto del Zaim, Damir Imamović, en su gran libro “Sevdah” (2017) compara esta historia con la prohibición de la canción Gloomy Sunday, versión de Szomorú vasárnap (Triste Domingo) del compositor Rezsó Seress, interpretada en inglés por Billie Holday en 1941 y también prohibida en las radios por el aumento de casos de suicidio que se supone provocó.
Escuela de Bellas Artes
No hay duda pues del poder de la música, tanto para hacernos sentir bien, como para hacernos sentir hundidos. Ya en el siglo XV, en el hospital de Edirne, Turquía, se trataba a enfermos con problemas mentales mediante actividades creativas y músico terapia, usando unas determinadas escalas (makam) que se consideraban curativas en función de la patología del paciente. La conexión entre Turquía y Bosnia ha durado más de 400 años. La influencia de sus makam, mekam en idioma bosnio, impregna cada una de las notas musicales del país balcánico.
Mezquita de Ferhad Bey
Y si había alguna duda de la relación entre salud y música, el ejemplo del gran Himzo Polovina acaba de amarrar fuerte esta analogía, como siempre, en el mismo Sarajevo. Himzo, psiquiatra y además cantante de sevdah, introdujo la músico-terapia como una forma de concentrar, en tan solo unos minutos, toda la pena que podían sentir los pacientes y hacerles llegar a una catarsis que de otra forma, hubiera tardado años. El sevdah, y su eco melancólico, de acuerdo con Polovina, permitían llegar a una esfera en la que la emoción y la pena eran mucho más fáciles de tratar y de confrontar con la realidad.
Sarajevo Ljubavi Moja – Sarajevo mi amor
Camino por las calles perpendiculares al Miljačka como si fueran puentes en el tiempo, viajando más allá de los metros, dejándome llevar por una semana que está siendo una inmersión a pulmón en la ciudad. No dejo de escuchar en mis auriculares las canciones que han sido y son su banda sonora. Subo las escaleras de una colina, que pese a 22 años pisando esta ciudad, nunca he conocido. Josipa Štadlera 1, alberga el edificio de la Academia de Música de Sarajevo. Construido en 1893, durante la guerra 1992-1995, algunos estudiantes y profesores mantuvieron viva la institución. No cerró ni uno de sus departamentos pese al bombardeo y los francotiradores. La vida musical en Sarajevo jugó un importantísimo papel en la defensa espiritual que sus ciudadanos ofrecieron durante la guerra. Era la catarsis colectiva de la que hablaba Polovina.
Pienso en qué iba ser de todos nosotros sin ese regalo divino, la música, mientras repaso una y otra vez, en mi mente, la visita que había realizado tan solo unas horas antes a Sovrle Iljaš, a unos 30 km de Sarajevo.
Zekina: Futuro en la niebla
La planta elevada de la casa está formada por pequeñas estancias, con poco más de 40 metros cuadrados. Tiene una cocina de leña con la que, además de cocinar, también se calienta el hogar. La niebla no permite ver mucho más allá del marco de la ventana.
Futuro en la niebla
Afuera el termómetro marca -2ºC. Frente a la ventana principal se encuentra el establo que alberga un tesoro. Son borregos, cinco. En la casa huele a pan casero que Zekina cocina con la atención que algunas personas saben darle a las cosas que importan. Su hija está en cuclillas al lado de la cocina. Escucha atentamente a Arijana mientras traduce las palabras de su madre. Se escucha el hervir del agua y de las judías que tienen hoy para comer. Zekina baja la voz y susurra al recordar que la primera vez que fue a la casa de acogida su hija tenía 6 meses. Su hija se parece a mi hija. Es rubia, la tez clara, tímida, quiere ser profesora de autoescuela cuando sea mayor.
La cocina de Zekina
Zekina me explica que ha tenido dos momentos felices en su vida. Sólo dos…uno cuando nacieron sus hijos y el otro, cuando recibió los 5 borregos que le han permitido montar un pequeño negocio y dejar de depender del hombre que le pegaba durante años. El queso que hace y vende en el mercado local, le da la autonomía para no tener que depender de nadie. Dice que vive con poco, pero que ahora puede llevar a sus hijas a la escuela. Pasó, en dos temporadas, más de 18 meses en la casa de acogida, escondida. Su marido fue enloqueciendo, si no lo estaba desde que nació. Zekina vivió su propia guerra durante años, más larga que el cerco a la ciudad, sin francotiradores, sitiada por el odio de alguien con el que un día decidió compartir su vida. Durante años no había luz, tan solo un túnel que la podía llevar a una vida lejos de él. Un túnel que le llevó mucho tiempo cruzar. Zekina me cuenta que ahora sabe cómo pararles los pies. 18 meses de apoyo psicológico le dieron la fuerza para no dejarse amedrentar nunca más.
Zekina y sus borregos
Mientras tomo notas en mi cuaderno me topo con cifras que había escrito la tarde anterior durante una reunión. Cifras exiguas para el reto que supone mantener viva una intervención que pueda ofrecer oportunidades reales a cientos de mujeres como Zekina. Ella me sigue hablando mientras en mi cabeza la calculadora no para de hacer números. Me conjuro para que el programa de incentivos económicos y pequeños negocios no quede fuera del nuevo proyecto. Marca una diferencia real. Son decenas de historias de superación.
Me concentro y vuelvo a aquella pequeña cocina forrada en alfombra. Zekina comenta que adora a Dino Merlín. Se le iluminan los ojos al hablar de ídolo musical nacido en la todavía existente Yugoslavia. Dice que no tiene tele pero sí una pequeña radio que escucha cada día. Yo la imagino cantando, dejándose ir por la notas del maestro Dino y sanando, poco a poco a medida que las letras le dan sentido a su existencia: Noćas nešto ljepo treba da se desi – Alguna cosa agradable está a punto de pasar esta noche….
Iván Zahínos
Coordinador de Relaciones Internacionales
medicusmundi mediterrània